PSICOSIS EN LA TRAMONTINA
Por Luis Eduardo
Arriola Meneses. 9 de diciembre del 2012.
Genero: Cuento
1
Hace muchos años en la pequeña y provinciana ciudad de la Tramontina, el
miedo y el pavor se apoderaron de sus habitantes.
Los rumores ya no eran de forma discreta, sino a todas voces, la histeria brotaba por
todos lados: La aparición de un cadáver sin cabeza había vuelto frenética a la ciudad y a la
comisaria. Cientos de llamadas llegaban al cuartel de policía y las escasas
patrullas no dejaban de hacer rondines.
La gente solo podía estar tranquila con la presencia de los guardianes
de la ley en las calles.
Al oscurecer… las puertas y ventanas empezaron a cerrarse más
temprano que de costumbre… la silueta de la montaña se recortaba ante la salida
de la luna llena por el horizonte. La ciudad enmudeció ante el temor. Solo el
ladrido de los perros y el viento silbante, rompía el pesado silencio de la
noche.
Las manecillas del reloj en la casa de Alberto marcaban las 9
de la noche. A cada campanada, la imagen
del hombre sin cabeza hallado por la mañana, se agolpaba en su mente y sus ojos
se abrían desmesuradamente al recordarlo. Los pasos de doña Blanca, abuela de
Alberto, rompió el silencio de la habitación al bajar por las escaleras e hizo que
el joven recuperara la conciencia:
—
Pero
hijo… ¿porque regresaste tan temprano hoy? ¿No fuiste a dejar a Elena a su
casa?
—
¡Oh
si abuela… ¡fui a dejarla más temprano
de lo acostumbrado… ¿es que acaso no sabes la noticia?
—
De
que me hablas hijo? ¿Qué sucede?
—
En
la mañana hallaron el cadáver de un hombre sin cabeza cerca del camino a las
montañas del Norte.
—
Elena
y yo pasamos por ahí camino a la escuela… y vimos el remolino de gente
agolparse en torno al cerco policiaco… fue así que nos enteramos de lo sucedido y que según el rumor, no es el único caso, por lo que el miedo se ha apoderado de la toda la gente en la ciudad… La
policía no tiene indicios de quien pueda ser…
—
¡Ave
María Purísima! Seguro que el asesino anda por ahí… ¿verdad? ¿Acaso será alguien de la ciudad o será un
forastero…?
—
Así
es abuela… Es hora de atrancar bien las puertas y las ventanas antes de irnos a
dormir…
Fue en esos momentos en que alguien tocó la puerta de forma
alarmante:
—
¡Abrid
la puerta Doña Blanca por favor!
Con trémula voz, Alberto comentó:
—
Parece que es el tío Manuel, abuela…
—
¡Pues
abre inmediatamente… que puede ser una
emergencia!
El cerrojo de la puerta se deslizó ruidosamente y Alberto asomo
la cabeza de un lado a otro, cerciorándose de mirar hacia todas direcciones como
queriendo descubrir a alguien oculto en las penumbras…
—
Pasa
tío Manuel… que sucede…
—
¡Bendito
sea Dios que están bien!
El tío Manuel, sobrino de Doña Blanca, era comandante de la
gendarmería y todo el día había estado atento de los acontecimientos y de la
averiguación entorno al cadáver hallado por la mañana… Pasando el pañuelo por
la frente sudorosa, el Tío Manuel comentó.
—
Por
la tarde he tomado la declaración a una joven llamada Carmela Méndez que estuvo
inconsciente por varias horas… en estado de shock… y lo que me ha referido, ha
sido espantoso … tal vez su declaración ayude a esclarecer quien es el asesino.
—
Tío
Manuel… cuéntanos por favor, que Carmela Méndez es amiga de mi novia Elena …
2
18 horas antes....
18 horas antes....
Las luces del auto compacto estacionado a un lado de la
carretera disminuyeron su intensidad al volver a intentar arrancar el motor…
—
¡Es
inútil Carmela… es la gasolina…!
—
¡Cariño,
pero acaso no revísate el tanque antes de salir!
—
¡Te
juro que lo hice…!
—
Y
ahora que hacemos… son casi las 3 de la mañana y ni un alma pasa por éste
camino… ¡Tan bien que nos divertimos en la fiesta… y mis padres ya deben estar
preocupados por la tardanza….!
—
No
habrá más remedio que ir caminando hasta la gasolinera.
—
¡Fabián…
son como 5 kilómetros!
—
Lo
sé… pero no hay más remedio… mira… ahora que me vaya… pones los seguros del carro…
¿si?...
— Amor…
no tardes por favor que no me gusta para nada quedarme aquí sola… en la
oscuridad del bosque…
—
Prometo
no tardar… ¿si cielo?
Cerrando la portezuela del automóvil… Fabián abotonó el
abrigo y subió hasta donde pudo la
solapa para aminorar el viento frio de la Tramontina...
La silueta de Fabián se fue perdiendo en la oscuridad del
sinuoso camino. En el interior del auto, Carmela se disponía a abrigarse aún
mas del inclemente frio… prendió la radio para sintonizar una estación.
La noche era lúgubre y
se revelaban aberrantes figuras en las sombras de los arboles. El tiempo para
Carmela se hizo más lento… el miedo a lo desconocido se apoderó tambien…
—
¡No
se porque no me fui con Fabián!… Hubiera sido preferible irme con él, que quedarme
aquí sola… ¡con éste frío que cala hasta los huesos!
En el interior del auto, el vapor empaño los cristales,
haciendo casi imposible ver a través de ellos. Carmela extendió su mano para
desempañar un poco el parabrisas…
—
Por
fin… creo que ya regresa Fabián… ¡Si... es
él…! trae el bidón de gasolina en su mano…
La silueta de un hombre apareció en la neblina sosteniendo
algo en su mano derecha… Carmela se apresuró a bajar la ventanilla para
reclamar la tardanza cuando de pronto…
—
¿Fabián
porque tardaste tanto?... ¡Oh Dios
mio… Nooooo!!!!
El estridente grito de Carmela cortó como cuchillo el vasto
silencio de la noche… La cabeza de Fabián fue arrojada al interior del auto sobre
la humanidad de Carmela y después, el grito desgarrador de la pobre mujer hasta
perder la conciencia…
La oscura figura desapareció de forma evanescente en la neblina de la noche…
La oscura figura desapareció de forma evanescente en la neblina de la noche…
3
Al día siguiente, muy temprano, en la recepción de la clínica, el joven Alberto y su novia se disponen a
pasar a saludar a Carmela…
—
Elena...
espero no tardar mucho… le pasaré este ramo de flores blancas en nombre tuyo.
—
No
me atrevo a subir a verla… es mejor que subas solo tu... pero por favor Alberto salúdala de mi parte… ¿si?
—
Claro
amor…
Minutos después al entrar a cuarto del hospital, lo que
encontró Alberto lo dejo estupefacto: Una sombra se apartó inusitadamente de la paciente....¡Carmela aun con vida y sangrando del cuello profusamente, señalaba a su asesino que se ocultaba tras de la cortina…! Alberto ante el
desconcierto de la situación, se abalanzó sobre el bulto más por miedo que por
valentía… al tirarse sobre él, recibió un fuerte golpe en la cabeza dejándolo
aturdido y adolorido…
La figura siniestra salió corriendo por el pasillo del hospital tirando a
su paso algunas charolas de comida y medicinas…
Los gritos comenzaron a escucharse al hacer los hallazgos…
para fortuna de Alberto, el tío Manuel se encontraba a escasos metros del
asesino que se disponía a huir a toda velocidad…
El comandante Manuel sacando su revolver de forma instintiva
apuntó al asesino en serie y con voz enérgica trató de evitar la huida… sin embargo, el filo de un cuchillo resplandeció
de entre las ropas de asesino con la intención de abrirse paso a como diera
lugar…
En fracción de segundos, el revolver de Manuel relampagueo estruendosamente en tres ocasiones sobre la humanidad del huidizo asesino… las balas calibre 38 de la Smith & Wesson, lograron
su objetivo. Cayendo de bruces, el asesino soltó de la mano la filosa arma que se deslizó sobre el piso… el comandante Manuel con suma cautela se acercó
al cuerpo apuntando con el arma todavía humeante…
Al voltear el cuerpo… ¡la sorpresa del comandante fue
impresionante!
Debajo del versallesco antifaz, el rostro de Doña Blanca, la abuela de Alberto... en el último estertor de la muerte, dibujó una
macabra sonrisa…
FIN
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